
El comedor de la “Tía Isabel” ese lugar ubicado en la esquina de las calles Nicolás Guillén y Estados Unidos, en el corazón del Barrio Vista Hermosa, se convirtió con el paso del tiempo en un lugar de contención y educación para las familias que iban por un plato de comida, por una frazada o por un par de zapatillas, pero ante todo a buscar una palabra de aliento para seguir adelante en tiempos difíciles.
El coronavirus también pegó fuerte en su referente, pero no logró detener 31 años de tarea solidaria, no solo en Centenario, porque ella junto a su familia también recorren Vista Alegre y otras localidades es que muchas de las familias no tienen como ir a buscar la ayuda.
Pero claro por la pandemia y los protocolos ese abrazo interminable esa charla cara a cara y esas palabras de fortaleza al entregar una vianda cambiaron en cierta forma por el protocolo de distanciamiento y por el tapabocas, pero igual el comedor de la “Tía” como la conocen todos, sigue funcionando.
Isabel habló con la FM Red Social 97.9 y expresó que: “Se abre solamente para ayudar a la gente, ojalá podamos seguir muchos años más hasta que Dios me de vida, es mucha responsabilidad, es un equipo de trabajo, hoy por hoy damos las clases de apoyo acompañando con las maestras de la escuela especial, tuvimos la ayuda de muchas jubiladas, el chico debe seguir estudiando, hay muchos que no tienen posibilidad y acá pueden, mi hijo pudo poner internet para que puedan hacer la tarea”.
Dijo que: “Hay que aceptar la forma de vida que tenemos ahora, yo sé que es duro para muchos, pero es la única manera de salir adelante, les entregamos lo que tenemos para que ellos cocinen en su casa, tenemos dietas calóricas, para celíacos, estamos entregando frente a la rivera en Vista Alegre Norte, El Chañar y Añelo, nosotros vamos subiendo lo que hacemos para que vean que todo se reparte, venimos trabajando con el Banco de Alimentos, después gente que viene y colabora, Carlos Pidarello, Julio Giménez, no nos han abandonado, tenemos 226 familias que ayudamos”.
Isabel contó que hay vecinos que ponen sus vehículos para llevar las donaciones, algunos que iban desde chicos y hoy ya grandes se acercan a ayudar. Antes de la pandemia eran 123 familias las que asistían y ese número se duplicó durante la pandemia de Covid-19.
La tía dijo que la apena cuando no puede ayudar con frazadas o calzados, tal y como pasó durante esta semana con un grupo de adolescentes, aunque con el correr de las horas la solidaridad de se hizo presente.